La flora intestinal es un complejo ecosistema lleno de bacterias beneficiosas para la salud que viven en el intestino y son necesarias para el correcto funcionamiento de éste y fundamental para la salud del sistema digestivo.
No es una novedad el hecho de que, en un adulto normal, el tracto gastrointestinal comienza en la boca y finaliza en el ano, siendo la gran entrada tanto para la salud como la enfermedad. Este sistema, con una longitud de ocho metros aproximadamente, permite el ingreso de energía, la transformación de ésta y, al mismo tiempo, la producción de los deshechos. Seguramente has escuchado muchas historias sobre la importancia de limpiar el intestino para desintoxicar el colon y cómo la fibra es un producto importante en la prevención contra los flagelos del cáncer de colon. Este concepto tan conocido debería ir acompañado de otro que la gran mayoría lamentablemente desconoce: la aplastante evidencia científica que apoya la acción fundamental de bacterias beneficiosas para el cuidado de la salud y la longevidad.
Es una mezcla de plantas que a bajas dosis tiene efecto regulador y altas dosis tiene efecto laxante. Su efecto a nivel intestinal se logra por acción mecánica contiene 4 gramos de fibras, con gran capacidad de absorber agua creando volumen e hidratando el bolo fecal. La inulina aporta el efecto prebiótico para recuperar dinamismo gracias a las baterías saprofitas y lubrica la mucosa. Contiene un grupo de planta que produce microcontraccionesa nivel de la mucosa y una acción térmica, por eso nunca va irritar ni a dañar la mucosa intestinal.
Los pediatras creen que el cambio más importante que se produce al momento de nacer es el proceso respiratorio autónomo y la adaptación del aparato circulatorio a las nuevas condiciones; no obstante, también se producen cambios más sutiles, no evidentes a primera vista, pero que tienen una importancia trascendental en la vida de los seres humanos. Estos cambios se han detectado en fechas recientes, gracias a que se dispone de herramientas para explorar el fenómeno de colonización del ser humano por una microbiota, una flora intestinal que lo acompañará el resto de su vida, teniendo repercusiones muy importantes en todos los sistemas y aparatos del organismo. Para algunos expertos la clave de nuestra salud se encuentra en nuestros intestinos, considerándolos incluso como las raíces del árbol llamado Salud. Esto se debe a que el intestino no es sólo un órgano de absorción. Es el elemento más relevante para la actividad del sistema inmunológico y los mecanismos de protección del cuerpo, ya que es en él, precisamente, donde tienen su actividad. Sus células inmunocompetentes reconocen los agentes patógenos y activan la producción de los glóbulos blancos de defensa o linfocitos, los que segregan anticuerpos inespecíficos defensores de la salud. En el momento del nacimiento no hay bacterias en el intestino.
Colonización del intestino
Mientras dura el embarazo el lumen intestinal es estéril y tiene una baja tensión de oxígeno, ya que recibe oxígeno a través de la placenta. El recién nacido comienza a obtener una flora o microbiota, propia de todo ser humano, a partir de la microbiota fecal materna y este proceso puede incluir hasta probióticos que la madre haya recibido. Las primeras bacterias que llegan al colon en el nacimiento son enterobacterias microaerófilas, que consumen el escaso oxígeno restante en el lumen intestinal y producen un ambiente favorable para el desarrollo de los anaerobios. Es un proceso único, porque varía dependiendo del que parto haya sido vaginal o por cesárea; de hecho, el porcentaje de individuos colonizados es mayor en el parto que por vía vaginal. Luego sucede el fenómeno más sobresaliente: la leche materna estimula la colonización de ese lumen sin oxígeno por una flora muy especial, con un predominio de lactobacilos y de bífidobacterias. Esta especial flora cumple muchas funciones, dentro de las cuales destaca, por su trascendencia, la protección del lactante contra una serie de patologías, de las cuales una de las más peligrosas es la diarrea aguda. En otras palabras, se produce un ambiente en el tubo digestivo que impide que un enteropatógeno lo colonice mientras el niño está en su etapa de lactancia. En el recién nacido, se produce una inoculación oral a partir de la flora vaginal y gastrointestinal de la madre, y se crea un tipo de flora inicial. Después aparece el efecto de la dieta, que determina un predominio de bífidobacterias en los lactantes que toman pecho y una flora distinta en los que toman fórmula. Por último, con el destete se produce una flora de transición y un paso gradual hacia la flora del adulto, la cual es determinada por factores intrínsecos (secreciones dentro del intestino) y extrínsecos (envejecimiento, dieta, estrés, ambiente étnico, drogas probióticas).
Todo un ecosistema
Fisiológicamente se puede definir el tracto digestivo como un ecosistema en sí mismo.
Ya se ha mencionado que al nacer el tracto gastrointestinal es estéril, pero que un tiempo después se instala de manera permanente un complejo grupo de unos quinientos tipos distintos de microorganismos que trabajan juntos en cuidar la salud. Se trata de especies bacterianas y levaduras. Cabe destacar que la colonización por esta flora es paulatina y secuencial durante la infancia y la adultez. Ya instalada la microflora puede verse afectada negativamente por diversos factores, como una dieta rica en alimentos refinados pobres en fibra, los tratamientos antibióticos y el estrés, entre otros.
Desarrollo de la microbiota
Debido a estas características, la leche materna desarrolla un ambiente único para el desarrollo de una microbiota determinada; finalizado este proceso, que dura aproximadamente dos años, existe una flora muy compleja, compuesta por unas doscientas especies distintas por persona, las que se presentan en cifras logarítmicas. Ciertas bacterias, como los lactobacilos, las bífidobacterias y las eubacterias ejercen funciones benéficas, mientras en otros microorganismos su acción depende de la situación; esto se debe a que son controlados por la microbiota no ejerciendo un efecto dañino, pero si el medio colónico se altera, se vuelven perjudiciales. Dentro de este grupo se encuentran algunas E. coli, Enterococcus, Bacteroides, etc. Por otro lado, hay bacterias en nuestro colon que son verdaderamente patógenas, las que pueden producir enfermedades si la microbiota local se altera.
Posteriormente se produce el desarrollo de las bífidobacterias, después el de los lactobacilos, prácticamente a la vez, y, finalmente, se desarrollan otras bacterias. Después del destete, desde la etapa preescolar y en toda la adultez, es decir, cuarenta o cincuenta años (si bien no se ha realizado una relación temporal exacta) la microflora se mantendría constante, actuando como defensora del organismo y estimulando las defensas. En las personas de edad avanzada algunas bacterias disminuyen, en mayor cantidad las bífidobacterias, creciendo otras, como los bacteroides; los clostridium permancen igual. Sucede que cambian las proporciones, lo que estaría relacionado con la deficiencia en la inmunidad observada en los ancianos.
Resumiendo, si el bebé es amamantado, la leche materna estimula el desarrollo de la flora normal, pero si no se le puede amamantar, debe existir algún medio que imite la composición química de la leche materna o que proporcione las bífidobacterias y los lactobacilos para que, durante su vida, tenga su flora fisiológica, la que está adaptada para la vida del ser humano.
Como parte de la flora intestinal habitual, las Bífidobacterias, los Lactobacilos y los Saccharomyces (levaduras) se consideran dentro del grupo de probióticos. La presencia de estos organismos ha menguado en la flora de los niños a través del tiempo y la razón sería una menor cantidad de partos vaginales; una mayor y precoz exposición a patógenos dentro de las clínicas u hospitales, compitiendo con los organismos «buenos»; mayores hábitos de higiene; menor lactancia materna, y también factores alimenticios.
Composición y actuación
La microflora entérica normal cumple un rol fundamental en la protección frente a la invasión de gérmenes patógenos y ayuda al mantenimiento de las funciones fisiológicas del intestino. Se compone en un 99.9% por microorganismos anaerobios, que no necesitan oxígeno, ( 1011 /g de heces normales) mayormente bacteroides y una menos parte de Clostridium, peptoestreptococos y peptococos. Los aerobios están compuestos por E. coli (107 /g de heces normales) y, en menor proporción, por Klebsiella, Proteus y enterococos. El que esta flora se desequilibrie, por alteraciones de la motilidad, antibióticos o quimioterapia ocasiona una facilidad de adquirir infecciones intestinales. Hasta en casos de gastroenteritis viral, se ha estudiado el desequilibrio de la flora bacteriana. La flora intestinal normal afecta el mantenimiento de un pH ácido y en la producción de acidos grasos volátiles, así como en la actuación sinérgica con los mecanismos del huésped, los que no permiten la fijación de los patógenos a las células del intestino, como mecanismos de defensa ante la infección entérica.
Recuperación preventiva y eficaz de la flora intestinal
Es importante introducir en nuestra dieta alimentos prebióticos y probióticos, los que se consideran importantes porque modifican la flora intestinal, entre otros efectos saludables. De esta manera, se produce un efecto beneficioso sobre el sistema inmunológico que nos permite prevenir distintas enfermedades, incluido el cáncer.
Lo importante
Para finalizar, la flora intestinal cumple un papel trascendental en la salud, la prevención de enfermedades y el equilibrio del ecosistema gastrointestinal, lugar en el que, además de influir a sí misma, interactúa con el ambiente, el sistema nervioso central, el sistema endocrino y, más importante aún, con el sistema inmunológico. Lo que se procura con los probióticos y prebióticos es recuperar el equilibrio normal de esa flora, contrarrestando las alteraciones del sistema inmune y previniendo la invasión de agentes patógenos.
¿Qué es un prebiótico? ¿Probiótico? ¿Simbiótico?
El Prebiótico es un alimento no digerible que mejora la salud del huésped al fermentar en el colon y estimula el incremento en la actividad de un grupo de bacterias a ese nivel, en otras palabras, actúa como nutriente de la flora colónica. Por lo tanto, se puede considerar que el prebiótico es el alimento de la flora gastrointestinal, ya que de él se nutren las bífido-bacterias y lactobacilos. El prebiótico también sirve de nutriente de los Probióticos, microorganismos no patógenos que sobreviven a la digestión normal y llegan vivos al colon, donde también afectan positivamente en promover la salud en el huésped. Restituyen la flora normal alterada por diversos factores. El Simbiótico es una combinación de pre y probiótico.